Por Gladis Juan de DiosNunca imaginé que tan improvisado podía resultar formar parte del equipo que realizaría el Censo Nacional. Fue una experiencia inimaginable. Primero, la convocatoria para ser empadronadores voluntarios estaba dirigida a estudiantes de quinto año de secundaria y jóvenes con estudios superiores. A fin de cuentas, terminaron empadronando estudiantes de desde tercer o segundo año de secundaria. Pero eso no parecería tan malo como el hecho de que no estuvieron capacitados adecuadamente.
Debido a la falta de empadronadores hasta el día viernes, el sábado, recientemente se estaban dividiendo las zonas de empadronamiento, y aun hasta horas de la noche se realizaron capacitaciones improvisadas. Esto también se debió a la falta de compromiso de quienes se ofrecieron como voluntarios para realizar el censo, y que a última hora no se presentaron a una reunión definitiva con sus respectivos jefes de sección, ya sea para una ultima advertencia o para conocer sus zonas donde se debían desplazar, y aun no se presentaron el mismo día del censo.
Esto provocó que personas que nunca habían sido capacitados reciban indicaciones rápidas para realizar el censo y poder cumplir con la misión. Las consecuencias no fueron inesperadas.
Algunos empadronadores pasaron el día sin almorzar, otros sin tomar desayuno, pero sí, la gran mayoría recibió por lo menos un vaso de agua en alguna casa que le tocó censar, y en el mejor de los casos almorzó con una familia ajena, pues casualmente llegaron a la hora del almuerzo.
Algunas familias acogieron muy bien al encuestador, muy emocionadas y pacientes al responder a las preguntas que éste les hacía. Otras, se mostraron desganadas y respondían sólo porque lo tenían que hacer, incomodándose una que otra vez por alguna pregunta que no deseaban responder o que consideraban absurda.
De todas formas, como haya sido, los empadronadores cumplieron con su deber o al menos hicieron lo posible. Lo cierto es que todos terminaron de censar las viviendas y hogares que les fueron asignados, aun encontrándose con cada obstáculo que supieron resolver junto con su jefe de sección quien estuvo en todo momento cuidando a sus seis empadronadores que tenía a su cargo, para ayudarles a solucionar algún problema.
Varios de los encuestadores terminaron su labor un poco mas del mediodía, pero no termino su labor completa hasta eso de las seis o un poco mas tarde, pues se tomaron mucho tiempo en verificar, corregir y resumir las cédulas junto con sus jefes de sección para entregarlos luego a los jefes de zona y de área.
Todo debía estar correcto para recibir la remuneración y poder ser acreedores, días mas tarde, de un certificado que acredite el desempeño eficaz en el censo nacional.
Esta pequeña descripción de lo que fue el censo en una zona del distrito de San Juan de Lurigancho es sólo una muestra desde el punto de vista de un(a) empadronador(a). Ahora, los embrollo que han sucedido y están por suceder en niveles superiores, son asuntos aún por descubrir, probalemente, a lo más pronto nos estaremos enterando.
Al feriado del jueves 1, día en que se celebra el Día de los Muertos o de Todos los Santos, se suma como día no laborable el viernes 2. A estos días se le suma los días sábado 3 y domingo 4 de noviembre. El Poder Ejecutivo estableció estos días como “no laborables” para el sector público, con el propósito de fomentar el turismo interno.
